Hoy hemos hecho la inauguración de nuestro particular club, visitando uno de esos edificios de la ciudad, que sabes que existen pero, como no llama especialmente la atención, pues nunca visitas.
A pesar de que desde fuera no sea nada espectacular, el Real Convento de San Joaquin y Santa Ana guarda grandes secretos, que no aspiran a ser secretos: solo lo son porque la gente los desconoce.
Para entrar, parece que hay que concertar una visita, no estoy segura, porque nosotras hemos llegado y nos hemos colado con el grupo que había dentro.
Las notas técnicas se pueden ver en Wikipedia: (http://es.wikipedia.org/wiki/Real_Monasterio_de_San_Joaqu%C3%ADn_y_Santa_Ana)
Siempre es una suerte coincidir con Jesús, el apasionado guía que explica de manera muy didáctica las joyas que guarda el museo del Convento y, de paso, te enseña como aproximarse a una obra de arte para disfrutar de ella: no hay que colocarse justo enfrente, sino a un lado, cada uno debe elegir el suyo: depende de la asimetría que, por naturaleza, tenemos en los ojos.
Parece que, además, los profesionales-admiradores-de-obras-de-arte se hacen con un catalejo para poder admirar mejor la obra. A los aficionados, nos basta con enroscar un papel y asomarnos a cada rincón del cuadro, como cuando éramos pequeños.
Y efectivamente te fijas en otras cosas, en los detalles de cada esquinita de la obra.
Hemos aprendido a distinguir una escultura policromada del siglo XVII de otra del siglo XVIII: basta con fijarse en la simetría de la imagen, si tiene una rodilla flexionada y los brazos abiertos, o los pliegues de las ropas mas abullonados y con movimiento...y sabremos (grosso modo) que estamos en el siglo XVIII.
Otra curiosidad ha sido descubrir el denominado "pie griego":
Para los griegos, aquel que tenía el dedo gordo del pie más corto que el dedo siguiente (el dedo "índice" del pie) era un enviado de los dioses, y era muy respetado. Esta creencia pasó a los romanos y los maestros italianos posteriores lo utlizaron para representar a la Virgen, por ejemplo. Así, si nos fijamos en el pie de las Vírgenes, veremos que en muchas ocasiones tienen esta característica, que el artista utilizaba para ensalzar su divinidad.
Otra joya de este convento, es la cúpula de la Iglesia, diseñada por Sabatini (autor de la Puera de Alcalá) y que es un óvalo que, desde el altar, parece una semi-esfera y que por sus ventanucos, en el verano, entran los rayos del sol que iluminan, uno a uno, los cuadros de Goya que alberga la iglesia. Un verdadero espectáculo.
Respecto a los cuadros de Goya, como curiosidad, llama la atención lo poco que se parecen a lo que conocemos del autor, ya que éstos tienen una pincelada más fina y colores suaves y que, parece ser, que los hizo en poco menos de un mes, según el contrato que había firmado con el rey, Carlos III, que fue el intermediario entre las monjas y el pintor.
Uno representa al santo fundador de la orden, San Bernardo si no me equivoco, otro a la Virgen y el tercero, tema religioso libre, se titula "La muerte de San José".
En este último, según recientes estudios, la figura de San José es realmente José, el padre del pintor de Zaragoza, la Virgen es su madre (y de hecho, la cara de ésta recuerda a muchos otros cuadros de Goya) y, el que se supone que es Jesus, siempre según el estudio, puede ser el primer y único autorretrato de Goya de cuerpo entero.
Lo cierto es que llama la atención que el Jesús del cuadro sea bajito, gordito y sin barba, cuando la representación normal de Cristo es alto, delgado y con barba.
Así que a mi, la teoría del autorretrato, me ha convencido.
En las dos horas que hemos pasado en este Real sitio, hemos visto las minúsuclas celdas donde dormían las monjas hasta hace diez años, y las maravillosas casullas bordadas en seda, la cual conseguían las propias monjas de sus gusanos de seda, que alimentaban con hojas de morera (quien, en esta ciudad, no ha tenido de pequeño gusanos de seda e iba a buscar hojas a las Moreras para darles de comer??).
También nos han enseñado la colección de Niños-Jesús con los que las jóvenes monjas jugaban cuando eran niñas, y a los que cosían vestiditos y zapatitos (estos últimos con distintos diseños, según la procedencia de las monjas: alpargatas tipo cordobés, valenciano, castellano...).
Es curioso que las caritas de estos niños son muy similares a las actuales muñecas de porcelana, y parece que algunos fabricantes de juguetes han venido hasta aqui para inspirarse en las caras para sus muñecos.
Y hasta aqui, la primera salida, pasada por agua, del Muslamen Cultureta de Valladolid.
Te dejo que cualquier día de estos me lleves, y me demuestres todo lo que has aprendido de Jesus.
ResponderEliminarUn besazo, Guapa!!